Un invierno caluroso está provocando que las orugas procesionarias se hayan convertido antes de tiempo en un peligro para nuestros perros. La razón está en los pelos urticantes que recubren a estos insectos y cuya toxina puede llegar a provocar la asfixia si entra en contacto con las mucosas nasales o la garganta.
La oruga procesionaria es un animal muy peligroso para nuestros perros. La razón es que al contacto los numerosos pelos urticantes que las protegen liberan una toxina que provoca picor, irritación, inflamación, dilatación de los vasos sanguíneos, asma, tos, rinitis o conjuntivitis oculares.
Con la llegada de la primavera las orugas procesionarias abandonan los nidos donde han pasado el invierno para descender al suelo y enterrarse hasta convertirse en mariposas. Es en ese momento cuando se convierten en un peligro para nuestros perros.

Atención veterinaria urgente
Ya hemos visto que las orugas procesionarias son un peligro para nuestros perros. El mayor riesgo se produce cuando la toxina que liberan estos insectos entran en contacto con la la boca o la lengua del animal. En esos casos se puede producir una necrosis de los tejidos afectados y una inflamación de la garganta que pueda provocar su asfixia.
El mayor cuidado lo debemos tener en pinares o en zonas con pinos, dado que las orugas procesionarias tienen predilección por este tipo de árboles. En el caso de que observemos algún síntoma sospechoso deberemos acudir rápidamente a un centro veterinario.
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